martes, 11 de noviembre de 2014

Reflexiones Tenebrosas y Fotantes (24) Flujo vírico

El líquido penetra por los huecos entre mis músculos y siento cómo se insensibilizan. Poco a poco la sustancia viscosa va llegando al resto de mis entrañas. Profundizando, inmovilizándolas, interrumpiendo sus secreciones.
Mis ojos persiguen su recorrido incapaces de detenerlo.
Me inunda.
Mis oídos se taponan y mi cerebro se siente sumergido bajo innumerables atmósferas de presión.
Mis manos acaban de perder todo contacto con la realidad, automatizando mis sistemas para salvar toda la información posible.
De mi nariz sale, goteando, un líquido similar al que entró por el brazo.
Lo bebo.
Me reinicio.
La base de datos de virus no ha sido correctamente actualizada.
Y me vuelven a infectar.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Reflexiones Tenebrosas y Flotantes (23) Relojes acristalados

Camino sola por el desierto de cristal. Mis pies escuchan la sangre manar de sí mismos cuando el suelo se quiebra bajo su peso.
El viento derriba las paredes y las esquirlas de luz tratan de atravesar mis córneas, de rasgar mis pupilas.
El efecto espejo obliga a mi cuerpo a deshacerse de sus líquidos más preciados y convierte mi frente en perlas de forzada humanidad.
Contemplo el sonido restallar contra mis tímpanos y entiendo el funcionamiento del tiempo.
Tic, para, me acciona, giro, sístole, tac.
La sangre sigue bombeando, mis huellas rojas lo confirman.
Y si bombea significa que el tiempo pasa: las arrugas quedan impresas en mi piel y las luces hacen mella en mis ojos.
Tic, para, me frena, tumbo, no. Hay. Diástole. Tac.
Tic.
Tac.
Impasible.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Reseña: Ontromus, de Celia Corral Vázquez.

Tras más o menos un mes desde que publiqué que iba a participar en el Ontromus Blog Tour aquí traigo mi reseña de esta novela en vías de publicarse a través de una editorial.

Recuerdo cuando conocí a Celia (Cucaracha) en la Blogger Lit Con 2012 y hablaba ilusionada de cuánto deseaba ser escritora y cómo esos deseos continuaban vivos cuando la vi por segunda vez en la Blogger Lit Con 2013. Ahora me siento muy ilusionada por poder ver su sueño cumplido y poder compartir esta experiencia con ella aunque sea tan sólo aportando mi pequeño granito de arena.

Antes de comenzar la reseña he de decir que con el paso del tiempo me he dado cuenta de que no me gustan las sinopsis, no me gusta explicar "de qué va algo" porque prefiero la sorpresa al descubrirlo por mí misma y al descubrirlo el resto.

En Ontromus pasan cosas. Cosas escritas con el estilo típico de una novela de terror y con un estilo que destaca por lo metafórico y lo misterioso y que se aprecia muy trabajado.

De todos modos, por mucho que se diga que ésta es una novela de terror no opino igual. Sin embargo sí estoy de acuerdo en considerarla un thriller psicológico.

El tira y afloja en la tensa relación entre Estela y Ontromus, nuestro monstruo, es lo que guía la trama de este libro. Así, a lo largo de sus páginas descubrimos qué consecuencias tienen en los demás y en las propias protagonistas las acciones que ambas, juntas o separadas llevan a cabo.

Así, capítulo tras capítulo en una terriblemente ágil lectura llegamos a un final idóneo para todo esto que se nos cuenta y que no es totalmente inesperado, sino que posee esa característica que tanto adoro: Ontromus te permite desvelar el misterio por ti mismo, no pretende ocultártelo, sino acompañarte en tu descubrimiento.

Y si en la primera lectura no pilla un poco por sorpresa no hay problema, podemos disfrutar de una relectura desde la perspectiva de conocer las respuestas a los acertijos que se nos plantean, dándonos cuenta de aquellos detalles en los que antes no habíamos reparado.

Porque es así, Ontromus es esa novela rápida que pese a ello permite una relectura. Es más, considero que requiere esa relectura para poder calar más en nosotros.

Tomé este libro (en realidad mi teléfono en el cual atrapé la novela en formato digital) entre mis manos sin tener ni idea de lo que contendría y aunque no es para nada lo que esperaba, ya que suponía que habría un componente más fantasioso y sobre todo, más terrorífico, no me ha dejado indiferente.

El juego psicológico entre Estela y Ontromus nos lleva a preguntarnos quiénes somos nosotros mismos.

Espero que os animéis a leerla, ya que podéis obtenerla por un precio muy reducido en formato digital o incluso en papel.

Mi más sincera enhorabuena a Celia por haber publicado al fin una novela y por haber encontrado una editorial.

En el Facebook de Ontromus podéis encontrar mucha más información sobre la novela y alguna que otra imagen como la que he puesto más arriba.

Y con esto me despido de vosotros, entes flotantes. Abrazos de fin de verano (al menos mi nube ya va estando repleta de lluvia).

martes, 12 de agosto de 2014

Os presento el Ontromus Blog Tour

 Sé que hace mucho que no publico y que quien me lea puede apalearme por hacer una entrada de publi. Pero es una publi importante. Mi compañera bloggerlitconera, Celia Corral Vázquez publicó hace tiempo su novela Ontromus.

Y bien, ¿qué quiero contar con esto?

Se ha organizado el Ontromus Blog Tour, es decir, que a los bloggers que deseemos participar (teniendo al menos 5 entradas en nuestro blog, una de ellas publicada en 2014), se nos permitirá leer Ontromus en un plazo de un mes y después reseñarlo.

Y a mí esta idea me parece fantabulosa puesto que tengo muchas ganas de leerlo y muchas ganas de reseñar algo.

Así que aquí os hago partícipes de mi participación y por si queréis participar en esta participativa actividad os muestro así en enlace al blog de Ontromus.

domingo, 12 de enero de 2014

Reflexiones Tenebrosas y Flotantes (22) Encordando

Paseaba, rodeado por la soledad característica de aquellos que se inundan de pensamientos.

Las palabras que, coordinada aun desordenadamente circulaban en su mente y, por ende, a lo largo de sus terminaciones nerviosas, tenían en contadas ocasiones el atrevimiento de fugarse por entre sus labios. Gritonas, malhumoradas, calmadas y/o rebosantes de belleza sonora o semántica.

-¡Locas! -Les decía.
-¡Loco! - Le comentaban los externos.

Y una vez más la diatriba de la locura llenaba su cerebro y acallaba el des-concierto de palabras aleatorias para gritarle que su cordura era léxicamente incorrecta.

Todos clamaban su nombre y el de la descordura al tiempo, fusionándolos, dando nuevo significado a uno y otro, de modo que él ya no se llamaba.

Poseían prejuicios que él desprejuiciaba con tan sólo mirarles a los ojos. Los seres ajenos no gustaban de la obtención de nuevas impresiones sobre el Descordado.

Irónicamente este nuestro objeto de comentario practicaba la música con un objeto de cuerda al que
unos llaman violoncello. Unos, puesto que no todos y no él. No, no él. No las palabras abigarradas en sus sentidos. No apreciaban algo tan directo, sencillo y técnico para denominar a aquello que con tanta complejidad y, en numerosas ocasiones, poca dirección, creaba amor, locura, tensión, destrucción y desazón en tan sólo cuatro cuerdas, cuatro maderos y un arco.

Irónico que el Descordado jugase con cuerdas. Pendiente en la cuerda floja de la opinión pública que así, con afán, desdeñaba.

Así, más en sus cabales de lo que todos aquellos chillaban en estridentes susurros, ganó la partida.

Partida, porque todos marchaban.
Sin él. De su mano.
Con sus cuerdas mentales enroscadas en sus cabellos.
Con la boca seca.
Las manos húmedas.

La locura loca.